Colombia ha sido sede esta semana de un evento de gran relevancia: La Quinta Reunión Regional de Población y Desarrollo, que reúne a gobiernos y a sociedad civil de todos los países de América Latina y el Caribe. Esta reunión coincide con los 30 años del Plan de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, que se llevó a cabo en El Cairo, y con los 10 años del llamado Consenso de Montevideo, en el que tuve oportunidad de estar y en el que la nota llamativa fue la amplia participación de la sociedad civil.
Traigo este hecho a colación porque con frecuencia se cuestiona la utilidad de estos mecanismos multilaterales y porque en varios de los países hispanos la organización civil para hacer incidencia pública en materia de derechos humanos, no goza del reconocimiento social del que sí gozan otras organizaciones civiles, como las que se convocan con propósitos comerciales o netamente políticos. Pero los resultados presentados en esta reunión evidencian la eficacia tanto del multilateralismo como del activismo social. La disminución en la tasa de fecundidad adolescente es un ejemplo de ello, a pesar de los retos que el continente sigue teniendo en esta materia.
En América Latina y el Caribe ahora hablamos de que dicha tasa es 24 % superior a la del promedio mundial; pero en 2010 era 41 % mayor. O sea que todo lo que se ha avanzado en materia de derechos sexuales y reproductivos, que va desde el acceso a anticonceptivos (Honduras, por ejemplo, es el país que más recientemente aprobó el acceso a la píldora de emergencia) hasta el derecho al aborto, sea vía leyes o vía fallos, ha salvado a muchas adolescentes o de quedar en embarazo sin desearlo o de asumir maternidades para las cuales no estaban preparadas.
Hay otros indicadores positivos que muestran cuán importante han sido estas reuniones y la participación de la sociedad civil; pero me centraré en unos negativos que también revelan dicha importancia y los retos que aún tenemos. ¿Sabríamos que el 7,7 % de las mujeres ha experimentado algún tipo de violencia basada en género o que las mujeres dedican 3 veces más tiempo a las labores del cuidado no remunerado si no fuera por los acuerdos del Consenso de Montevideo? Desde luego que no. Seguiríamos no solo sin datos sino creyendo que estos son asuntos que cada familia debe resolver íntimamente. ¿Sin estos mecanismos tendríamos tan claro que en la región la gente murió no solo por covid sino por desigualdad? Mientras que en la pandemia la esperanza de vida mundial se redujo en 1,7 años, la de nuestros países disminuyó más de 3 años. De no ser por la sensibilización derivada de las voces de la sociedad civil en estos mecanismos multilaterales, quizá estaríamos hablando solo con una mirada técnica de las causas de ese vergonzoso dato.
Termino con lo que más me deja pensando del informe presentado en la mencionada reunión de la que Colombia es anfitriona. ¿Entenderíamos las implicaciones de que queden 5 años para que se acabe el bono poblacional? Así como lo leen. En 2029 será menor la cantidad de gente en edad de trabajar que la cantidad de gente dependiente, es decir, menores de edad o mayores de 65 años. Sin esas reuniones multilaterales no veríamos que una manera de enfrentar esa retadora realidad es garantizando la inclusión equitativa de las mujeres al mundo del trabajo.
Las proyecciones de la Cepal, organización autora del informe, indican que en 2050 las mujeres seremos el 55 % de la fuerza laboral, pero hay que preguntarse si llegaremos a eso asumiendo la triple carga de cuidados y los menores salarios que caracterizan el trabajo femenino hoy en día, y qué implicaciones tendría esto para el bienestar, más aún cuando este mismo organismo está advirtiendo que América Latina y el Caribe está en una crisis de desarrollo, por ‘su baja capacidad para crecer, su limitada movilidad social y sus débiles capacidades institucionales para enfrentar la magnitud de los retos del desarrollo’. ¡Ojo, quedan cinco años!
Claudia Isabel Palacios Giraldo