Querido Jeff, ya me enteré de que te sumaste al clan de billonarios que están invirtiendo en descubrir la manera de vivir eternamente, o al menos de prevenir el envejecimiento, reprogramando las células para detener la degeneración de los órganos del cuerpo.
Bueno, tú puedes hacer con tu plata lo que quieras, pero te advierto que si tú y tus amigos ricos se salen con la suya, van a acabar de fregar al mundo. Empiezo por lo obvio: a ustedes, que viven en la opulencia, les puede parecer maravilloso vivir eternamente o superar los 100 años; pero en un planeta en el que casi la mitad de la población vive con menos de US$ 5 al día, crear la posibilidad de que quienes puedan costear un tratamiento lleguen a viejos como si tuvieran 20 es ampliar la brecha de inequidad y convertir el envejecimiento y la muerte en otra cosa de esas que solo les pasa a ‘esos pobres pobres’.
Ni se te ocurra decirme que los eventuales hallazgos estarán al servicio de toda la humanidad, pues ya ves lo que ha pasado con las vacunas contra el covid: solo un puñadito de países ricos han podido garantizar vacunas para toda su población. ¿Comprendes el impacto de esto en un mundo en el que los conflictos por diferentes tipos de discriminación son cada vez mayores?
Me preguntarás si es que no soy consciente de que si no fuera por el trabajo libre de las mentes brillantes al servicio de la ciencia, yo –que tengo 43 años– ya estaría a punto de morir, pues la esperanza de vida hace apenas un par de siglos no superaba los 40. Me anticipo a responder que bienvenida la ciencia en favor de que el mundo y todos los seres vivos estemos mejor, pero, ¿con un planeta sobrepoblado, una humanidad arrasando con el medio ambiente, niveles de desempleo enormes para las nuevas generaciones, u ofertas de empleo que no satisfacen lo que los seres de este siglo quieren, crees que poner la ciencia al servicio de impedir que la gente muera naturalmente o de que viva exageradamente nos llevará a vivir mejor?
Ahora bien, ¿cuál es el problema con la muerte y con la vejez? ¿No crees que en vez de estar poniendo tus billones al servicio de profundizar los estigmas contra procesos naturales, que hacen parte de la vida, podrías usar tu enorme influencia para revalorizarlos? ¡A qué hora permitimos que nos pareciera tan importante vernos como jóvenes imberbes, y tan degradante lucir esculpidos por la vida!
Me dirás que muchos adoran a viejos como el Dalái Lama, el papa Francisco o los expresidentes de tu país, pero la realidad es que el mundo desprecia lo viejo, ¿o qué me dices de que el 15,7 % de las personas mayores de 60 años sufrieron algún tipo de maltrato durante el último año, según la OMS? Además, incluso sin sufrir, muchos consideran que la muerte es algo deseable, un descanso, o, como lo enseñan filosofías orientales, un tránsito hacia el renacer.
Es muy posible que ninguno de mis argumentos le reste entusiasmo a tu búsqueda de la vida eterna y de la eterna juventud, la verdad es que no espero que desinviertas en “Altos Lab”, pero lo que sí quisiera es que revises estas cifras de la ONU: desde 2018 la población mayor de 65 años es más que la menor de 5, y para el 2050 se triplicará el número de personas mayores de 80. Quedan menos de 30 años para llegar allá y aún no hemos encontrado cómo garantizarle bienestar en sus años dorados a esta población, entre otras razones porque el modelo pensional con el que más o menos hemos funcionado hasta ahora ya se agotó.
¿Qué tal si inviertes una platica gruesa en encontrarle la cuadratura a este círculo, para que el mundo pueda beneficiarse de lo que ya algunos llaman la ‘silver-economía’, antes de seguir pretendiendo convertirte a ti y a tu club de billonarios en estatuas vivas?
Con respeto y admiración, CP.
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Claudia Isabel Palacios Giraldo