El coro de quienes cantamos “yo tambiééén tuveeee 20 años…” será más grande a partir del 2024 porque se nos acabó el llamado bono demográfico. O sea, si bien seguimos siendo un país joven, donde el 47 % de la población es menor de 30 años, por las bajas tasas de natalidad, a partir del próximo año el rango de la ciudadanía por debajo de esa edad dejará de ser el más numeroso. Este es uno de los datos más reveladores del ASP –Análisis de Situación de Población– que acaba de presentar el Fondo de Población de Naciones Unidas en trabajo conjunto con 10 entidades gubernamentales.
El informe es una mina de oro en tendencias de población, por lo que debería ser el libro de cabecera de los/as alcaldes que pronto comienzan su mandato. Y es que en Colombia nos está tomando mucho menos tiempo envejecer que al promedio de los países. Mientras que las naciones que ya tienen más mayores de 60 que menores de 15 años han tomado entre 5 y 7 décadas en llegar a esa situación, Colombia lo está haciendo a la velocidad de la luz. Tanto es así que hubo que recalcular el tiempo en que vamos a llegar al conocido como ‘pico poblacional’, es decir, el punto en el que alcanzaremos el mayor número de habitantes antes de empezar a decrecer. El anterior informe mostraba que dicha cima la íbamos a alcanzar en 2062 con 63,1 millones de personas; este informe arroja que llegaremos hasta 57,7 millones y que será en 2051.
Desde mi perspectiva, ese decrecimiento poblacional no es preocupante, excepto por la sostenibilidad del sistema pensional, si es que el país se empeña en seguir priorizando un modelo en el que los ingresos de los/as viejos dependan de la cotización de los/as jóvenes. Al contrario, creo que dicha baja poblacional da un respiro presupuestal para poder atender el reto que el mismo informe de Unfpa plantea: “Estamos en la última fase de oportunidad para invertir en la juventud, de manera que se pueda garantizar la sostenibilidad social”. Lo que esto quiere decir es que si no se le dan educación y empleo adecuados a esta población, compuesta en su espectro más vulnerable principalmente por mujeres jóvenes y jóvenes de zonas rurales, nuestras posibilidades de ser un país que supere sus problemas en un tiempo razonable quedarán diluidas. Por años hemos conocido a este segmento de la ciudadanía como los ‘ninis’, en alusión a que ni estudian ni trabajan, pero el organismo de Naciones Unidas que presenta el informe ahora los llama los ‘sinsin’, en alusión a que están sin educación y sin empleo. Además, la ha bautizado como la generación ¾ porque esa es la porción de personas jóvenes que no tienen garantizados sus derechos básicos en Colombia.
Dejo expuestos otros datos del informe porque me parecen un insumo oportuno en época de fin de año para hacer los planes y propósitos para el nuevo año: ya empezamos a recuperar la expectativa de vida que perdimos por causa de la pandemia. Hay que recordar que antes de 2020 el promedio de vida de un colombiano era de 77 años y luego del covid quedamos en 74. Por lo tanto, hay que acelerar los planes para que envejezcamos de manera saludable.
De otra parte, la tasa de fecundidad en Colombia es de 1,7 hijos por mujer, inferior no solo al promedio global sino al latinoamericano. No faltará quien diga que hay que parar el empoderamiento femenino para que entonces las mujeres queramos tener más hijos, pero ante esta perspectiva el mencionado informe advierte que lo hay que hacer es mejorar nuestro comportamiento migratorio, para dejar de ser un país que expulsa a sus jóvenes, ya que, excepto por 2017, es más la gente que se va que la que entra. Mejor dicho, o nos ponemos las pilas o en vez de seguir cantando “Yo también tuve 20 años y un corazón vagabundo”, tendremos que cantar ‘Yo también tuve 20 años y una juventud inmunda’.
Claudia Isabel Palacios Giraldo