Queridos estadounidenses:
Los primeros días de este año nos tomaron con un hecho inesperado: su presidente, Donald Trump, ordenó acabar con la vida del poderoso general iraní Qasem Soleimani, y con ello introdujo un desafío más a este ya convulsionado mundo. Por si la decisión no fuera per se un motivo para rebosar la copa de las tensiones entre Estados Unidos e Irán, lo hizo en territorio iraquí, y con ello puso en una especie de jaque mate a este país, al que Estados Unidos y sus aliados invadieran hace más de 16 años, como está probado, haciendo uso de mentirosa información de inteligencia, como bien podría ser la que, según Trump, indica que Soleimani iba a promover un ataque inminente contra diplomáticos estadounidenses. Y, claro, aunque muy pocos fuera de Irán defienden a Soleimani –al contrario, son muchos los que lo califican de terrorista–, está por verse si los muertos que presuntamente este iba a provocar son menos o más de los que puede provocar la ya empezada a cumplir venganza iraní, entre militares y civiles estadounidenses, con el respaldo de un pueblo rabioso que clama respuesta ante la humillación.
Hasta ahora, ni los más destacados analistas de la política internacional han encontrado razones respaldadas en los acuerdos diplomáticos para la decisión de Trump. Incluso quienes reconocen la necesidad de poner límite a Soleimani y su responsabilidad en decenas de asesinatos a estadounidenses destacan la falta de seguimiento de los protocolos con los cuales Estados Unidos podría sustentar la intempestiva decisión de eliminarlo, e incluso lograr respaldo.
Queridos ciudadanos de tan maravilloso país, en este año electoral ustedes pueden dar un mensaje de esperanza al mundo, una lección que rompa la bola de nieve de insensatez y populismo
Imposible, entonces, no caer en el análisis elemental: ¿por qué si no por apostarle a la carta de encontrar un enemigo externo común a simpatizantes y opositores, que contrarreste la pérdida de popularidad actual y proyectada por causa del juicio político que se avecina, Trump ordenaría este ataque?
Algunos recordarán que el propio Trump, cuando Obama buscaba su reelección, advirtió que este provocaría una guerra justamente con Irán para subir su popularidad y, por ende, sería una incoherencia de su parte hacer lo que en su momento criticó (y que, por cierto, no sucedió). Pero, como la incoherencia y la contradicción ya son parte del legado de Trump a la política mundial, ese argumento en vez de debilitar la hipótesis la fortalece.
Cuando Bush padre le apostó a esa misma carta, pero en Irak, Clinton le ganó la elección, basando su campaña en la famosa frase que recogía la estrategia para ganar adeptos con temas más cercanos a la cotidianidad del pueblo: “Es la economía, estúpido”. Es decir, si esta es la carta que Trump se está jugando, es una carta falible, y está en sus contendores dentro de su mismo partido o en la veintena de aspirantes demócratas a la presidencia encontrar una frase a la medida de las actuales circunstancias.
Entonces, queridos ciudadanos de tan maravilloso país, al que muchos queremos, valoramos y debemos parte de nuestra historia, en este año electoral ustedes pueden dar un mensaje de esperanza al mundo, una lección que rompa la bola de nieve de insensatez y populismo que se ha ido apoderando de nuestros líderes. No caigan en la trampa del enemigo externo, pues en este mundo globalizado e hiperconectado ya no hay enemigos externos, todos pueden hacer estallar su munición en nuestra cara. El 2020 ya quedó a merced de quienes en la comunidad internacional pueden desescalar este renovado conflicto, pero no nos sometan a esto cuatro años más.