No es que sea una victoria pírrica, como dice el Senador Roy Barreras, pues costó mucho lograrla, pero sí puede ser una cortina de humo si los partidos políticos, las mujeres y los/as electores/as no se toman en serio el mensaje.
La obligatoriedad de incluir mujeres en el 50 % de las listas a los cargos de elección popular se puede cumplir, mas no por ello hacer un real aporte para que el número de mujeres elegidas aumente. Si siguen poniendo mujeres de relleno, como lo han hecho algunos partidos para cumplir con la anterior cuota del 30 %, la nueva cuota del 50 % quedará convertida en un requisito de esos con los que quedamos muy bien en el papel y muy mal en la práctica. Por eso no hay que perder un minuto para que, mientras el Congreso aprueba –algún día– las listas con alternancia de género o cremallera, los partidos políticos empiecen a adoptar de facto esta práctica. Estamos apenas a tiempo para que recluten, formen y financien a suficientes mujeres con perfiles ganadores de cara a las siguientes elecciones. Por cierto, enhorabuena por la Escuela de Mujeres Lideresas por Colombia, promovida por la Vicepresidencia, que ayer graduó a más de mil mujeres.
De otra parte, las mujeres deberíamos darnos un sacudón para por lo menos considerar la posibilidad de participar como candidatas. Si bien, como lo indica la MOE en su ‘Informe sobre la violencia contra las mujeres que ejercen liderazgos políticos, sociales y comunales’, “de 2017 a 2020 aumentaron en 57 % las afectaciones a mujeres que ejercen roles de liderazgo y representación”, participar y liderar es un reto de nuestros tiempos si queremos capitalizar las conquistas de las mujeres que nos precedieron y seguir abriendo caminos para quienes han de sucedernos. En otras palabras, nos tocó, por la época de transición y ebullición de género en la que vivimos, ser las mujeres a las que insultan porque se atreven a opinar, a hablar fuerte y a llevar la contraria. La MOE lo dice claramente en el mencionado informe: quien amenaza a mujeres líderes recurre a estereotipos y simbolismos de género que extienden el impacto a la familia y allegados, lo que se vuelve una medida de disuasión cuyo efecto es que otras mujeres no participen. No en vano, la mayoría de las mujeres abordadas por la MOE dicen que no quisieran volver a liderar espacios políticos, no obstante reconocer la necesidad de incrementar la participación de mujeres en ellos.
De lo anterior se desprende mi llamado a los electores, pues sería justo que hiciéramos un esfuerzo por identificar a mujeres que pueden hacerlo bien en política y que asumen el riesgo de candidatizarse. Pareciera que por inercia elegimos a hombres en posiciones de poder, sin considerar la importancia y beneficios de contar con liderazgos femeninos. Quizá nos distraemos en criticar a las mujeres candidatas por su aspecto físico y vestuario, su timbre de voz y su capacidad para compaginar la vida de familia con la profesional; y descuidamos el análisis sobre sus propuestas. Es posible que ahí esté la explicación a por qué aunque las candidaturas de mujeres estén alrededor del 37 %, su elegibilidad no llegue al 20 %. Entiendo que haya quienes condicionen esta invitación a saber si hacen mejor política las mujeres que los hombres.
Dos respuestas: 1) El creciente movimiento #PARIDADYA explica que en los países como República Dominicana, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador y Perú, donde ya hay leyes de paridad, las mujeres han propuesto proyectos más afines con el cuidado, tanto de la naturaleza como de la familia, y han abogado por una distribución más equitativa de los presupuestos. 2) Las mujeres somos el 52 % de la población, por lo que resulta por lo menos paradójico que solo seamos el 19 % de las congresistas, el 12 % de las alcaldesas y el 6 % de las gobernadoras.
Y, claro… ¡Feliz Navidad y que venga un mejor 2021!
CLAUDIA ISABEL PALACIOS GIRALDO