Acaba de conocerse en Argentina un fallo que parece sacado de una novela de terror. Le rebajaron la condena a un feminicida con el argumento de que estaba enamorado de su víctima, tanto que le había propuesto matrimonio, y por eso el rechazo de ella le “redujo su capacidad reflexiva”. O sea, el asesino, a quien ya un juez le había prohibido acercarse a la mujer porque la había golpeado, cuando le metió 7 puñaladas a la joven, delante de sus hijos, ¡no podía pensar que estaba haciendo algo tan malo!
Si por Argentina llueve, por Colombia no escampa; no en vano somos el segundo país en la región, después de México, en casos de violencia contra las mujeres, según el BID. Por eso es tan oportuna la creación de mecanismos para generar alertas tempranas sobre el maltrato a la mujer y llevar cada caso hasta las últimas consecuencias. Es eso justamente lo que hará el Observatorio de Medios y Género, de la campaña dirigida por Jineth Bedoya, No es Hora de Callar, apoyada por EL TIEMPO y por el Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Central.
El Observatorio nace con un informe preliminar de la cobertura que hacemos los periodistas para referirnos a noticias sobre violencia de género. Hemos reportado, desde marzo de 2015 hasta septiembre del presente año, 252 casos de feminicidio y 241 de tentativa de feminicidio. En el 90 por ciento de ellos, el agresor argumentó que lo hizo porque temía que su pareja lo fuera a dejar. Es decir, con aquella filosofía de ‘porque te quiero te aporrio’, y luego, como aplicando otra frase del refranero, ‘del amor al odio hay un paso’, en 58 casos torturaron a la víctima antes de matarla, en 13 la descuartizaron, en 31 la quemaron y en 27 la degollaron.
“Bienvenido el Observatorio de Medios y Género, los medios estamos urgidos de que nos eduquen”
Gracias a Jineth y a No es Hora de Callar, muchos periodistas hemos aprendido que de la forma como informemos de estos casos depende que nuestro oficio contribuya a prevenir nuevas violencias contra la mujer, o a multiplicarlas. Y no es que sea delgada la línea para que suceda lo uno o lo otro, sino que antes no hicimos lo que debe ser el punto de partida de cada trabajo periodístico: pensar.
Como autómatas, repetíamos los reportes policiales que hablaban, y aún lo hacen, de “crímenes pasionales”, o contábamos sin la debida ponderación que el asesino “se suicidó después de matar a su mujer por celos”, como si habláramos de una novela en la que el amor todo lo puede, incluso justificar el asesinato. Pero el mensaje aún no cala en todos los colegas: en el primer informe del Observatorio hay una cifra preliminar que evidencia que aún hay mucho por hacer desde las facultades y los medios.
De 1.300 reportes sobre violencia contra la mujer, hechos por 20 medios, en 897 los medios revictimizaron a las víctimas. Esto es aún más de lo que la justicia las revictimizó (120) por no dar respuesta efectiva al caso. Parece increíble que para algunos colegas, el trabajo de buscar las causas de la noticia se limite a averiguar si la mujer estaba siendo infiel, cuando ese trabajo legítimo y necesario de buscar las causas de la noticia debe llegar hasta la raíz. ¿Quién les enseñó a los feminicidas que las mujeres son su propiedad privada?, ¿a quién le faltó enseñarles a controlar sus emociones y frustraciones?, ¿quién les enseñó a amar? Bienvenido el Observatorio de Medios y Género, los medios estamos urgidos de que nos eduquen.
Posdata: como el lunes fue el Día Mundial de la Vasectomía, Profamilia está ofreciendo este mes 10 por ciento de descuento a esos hombres que consideren que ya tuvieron los hijos que pueden mantener, o a los que decidieron no tenerlos. Aprovechen.
CLAUDIA PALACIOS