Caminen pa’l monte

Hay 121 municipios con historial de conflicto y con potencial turístico, a los que hay que voltear a mirar.

Como sé que la frase del título de esta columna quizá genere rechazo, dado que evoca a aquellos que tomaron las armas y se fueron pa’l monte, debo complementarla con una de más reciente uso: Tranquilos que no es pa’ eso. La invitación a irnos pa’l monte es para seguir las rutas abiertas por personas como Helena Soler, internacionalista con dos especializaciones y una maestría, cuyo proyecto de grado fue la agencia de turismo Cristales Travel & Adventure, con la que desde hace 7 años ofrece paquetes turísticos a las maravillas de la naturaleza que por cuenta del conflicto armado estuvieron cerradas, incluso para los residentes de las poblaciones más cercanas a ellas.

Hay que ir para ver lo que el turismo está significando en un municipio como Mesetas, Meta, uno de los de la recordada “Zona de distensión”, escenario de varias tomas guerrilleras, como lo evidencia una placa en la plaza del pueblo, ya deteriorada por el paso del tiempo.

En la calle de entrada a Mesetas hay al menos 5 agencias que ofrecen tours por los deslumbrantes ríos Güejar y Guape, nombres que aún suenan extraños para la mayoría de los colombianos, porque hemos vivido de espalda a esa parte de la geografía nacional. También hay una tienda de vestidos de baño, dos hoteles y cuatro restaurantes. Nada de eso existía hace 8 años, cuando se firmó el acuerdo de paz.

Me conmuevo al pensar que los jóvenes que con la alegría de quien disfruta lo que hace dirigen las balsas, los kayaks y los neumáticos, en otros tiempos quizá habrían sido reclutados por un grupo al margen de la ley, ante la falta de otro proyecto de vida y la ausencia estatal. Por eso Helena, cuando le pregunto qué les dice a los colombianos que no saben lo que el turismo está haciendo en esos territorios, me responde “que la paz sí es posible”.

Precisa que no se refiere a la paz que ella llama imperfecta, aunque necesaria, que es la de la dejación de las armas por parte de un grupo al margen de la ley, sino la paz que construyen y defienden las comunidades en la medida en que ven que los que nunca los hemos volteado a mirar, ahora tenemos ganas de irnos para allá, pa’l monte.

Es justo lo que fomenta el Viceministerio de Turismo con la estrategia Territorios Turísticos de Paz, con la que han sido identificados 121 municipios con historial de conflicto y con potencial turístico en las zonas Pdet y Zomac.

Entre otras cosas, esta iniciativa ha censado a más de 900 prestadores de servicios turísticos para darles acompañamiento técnico en construcción de narrativas que no glorifiquen los hechos del conflicto. También ha dotado a emprendimientos turísticos de base comunitaria y ha certificado con el sello “Colombia Destinos de Paz” 555 productos. Algunos de estos proyectos se desarrollan en conjunto con el sector privado. Anato, por ejemplo, con Transformando Destinos, dará capacitación integral a emprendedores de la economía popular en Acandí, San José del Guaviare, Florencia, Puerto Asís y Mesetas, y los llevará a una rueda de negocios con las grandes agencias.

Cotelco, por su parte, dice que está en 20 municipios Pdet y advierte que urge mejorar la seguridad en dichas zonas, pues, por ejemplo, la ocupación hotelera en un departamento como el Cauca, fuertemente golpeado por las disidencias, bajó más del 14 %. Es claro que cada sector está haciendo su parte, pero también lo es que aún falta mucho por hacer y que lo logrado puede esfumarse ante las ‘nuevas’ delincuencias, que ponen las reglas y cobran vacunas.

Nadie del pueblo lo corrobora a esta periodista, pero lo verifiqué, incluso con el Gobierno Nacional. Entonces, para que el turismo se consolide, y con ello la paz, usted, yo y todos podemos ponerles el acelerador a estos procesos. ¿Cómo? Caminando pa’l monte.

Claudia Isabel Palacios Giraldo

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