Con obvias excepciones, diría que bienvenida cualquier cosa que sirva para que se acaben los anacrónicos reinados de belleza.
Pero creo que no es lo mismo ser Univisión, NBC o Carlos Slim, que tienen el dinero para pagar cualquier cláusula de incumplimiento a la señorita universo cuyo capital se reduce a lo que devengue justamente por el contrato con el concurso universal de belleza.
Así que ni pido, ni exijo, ni aspiro a que ella renuncie a esa corona, no obstante sí espero que el contrato de Paulina Vega con la casa Trump no le impida, al menos, poner unos tuits con los que dignamente, -si es que está del lado de quienes rechazamos las declaraciones del señor Donald Trump contra los migrantes-, exprese su postura y tome distancia de las humillantes expresiones de su jefe.
Y en cuanto a los concursos nacionales de belleza, empezando por el de Colombia, deberían dejar de enviar representantes a engordar las arcas del rubio millonario, que precisamente por ese poder económico, logrado en parte por los magros salarios pagados a humildes migrantes, se siente con derecho a insultar, irrespetar, y polarizar en función solo de sus intereses personales.
No en vano ahora Donald Trump va de segundo en las encuestas de favoritismo entre los aspirantes a la candidatura republicana a las elecciones de Estados Unidos. Entonces, los invito a que pensemos a cómo sacarle provecho a patear esa lonchera envenenada.