Saltemos como Caterine

El campo de juego está listo para salir a ganar, pero tenemos que hacernos presentes.

Con 871 homicidios contra mujeres hasta el 30 de noviembre de 2018 (aún no se sabe si todos fueron feminicidios), podríamos decir que este ha sido un año fatal para el género femenino. Y resulta que sí, pero no. Sí, porque las cifras son incontrovertibles; y no, porque varios de los factores en los que se incuba la violencia contra la mujer tuvieron este año tal exposición que difícilmente alguien fue ajeno a reflexionar sobre ello.

El #MeToo fue el puntapié de un año en el que tragamos menos entero que antes, en que aguantamos menos que antes, en que dimos las peleas más que antes, aunque no las ganáramos. No importa, ya vendrán los triunfos. Todo eso es indispensable para tomar conciencia, que es el paso previo para tomar acción. Pero estamos yendo a un ritmo apenas normal, un ritmo que no nos da para ser la generación de la equidad de género. A este paso, la tarea quedará para nuestras tataranietas, pues, como acaba de concluir el Foro Económico Mundial, solo en materia de equidad salarial, al paso de hoy, nos tomaría 100 años igualar los salarios de los hombres; y 200, lograr equidad en el trabajo.

Entonces, necesitamos dar un salto a lo Caterine Ibargüen, esa mujerzota que es una de las glorias del deporte femenino colombiano que este año nos inspiraron con sus triunfos. (Gracias, boxeadora Jessica Caicedo; futbolistas de la selección femenina del Atlético Huila, automovilista Tatiana Calderón, apneísta Sofía Gómez, tenista Mariana Duque y muchas otras).

¿Cómo saltar como Caterine? En la lucha por la igualdad tenemos que ser todo lo que somos en varios de nuestros demás roles: incansables, intensas y hasta irresistibles. De manera que cada momento del día en la casa, en el trabajo y en la calle es una oportunidad para educar y para sentar un precedente. Cada detalle, por muy parte del paisaje que parezca, se debe volver importante. Ningún comentario o gesto que medianamente nos incomode se debe pasar por alto. El campo de juego está listo para salir a ganar, pero tenemos que hacernos presentes, pues existe el riesgo de perder por W.

Una oportunidad inmediata que tenemos es participar en la discusión del Plan Nacional de Desarrollo, que si bien tiene un capítulo de género, según ONU Mujeres y Aequales, no contempla recursos significativos para hacer los cambios que garanticen la equidad. Solo 0,6 % del total, unos 6.000 millones de pesos en 4 años. Aequales anota: “No se propone nada contundente para mejorar los índices de violencia. Se le huye al tema de derechos sexuales y reproductivos. Y sin educación sexual no vamos para ningún lado”. Entonces, presidente Duque, bien por la paridad de género en los ministerios y por tener una mujer en la Vicepresidencia –mezquinas las del ‘no me representa’, pues, aunque no compartan su ideología, abre a todas camino para que lleguemos tan alto como ella–, pero queremos más.

En materia de derechos sexuales, en 2018 hubo conquistas sobre las que hay que mantener la vigilancia, pues el sector de la sociedad que cree correcto ejercer dominio sobre el cuerpo de las mujeres no bajará la guardia. El derecho al aborto sin límite de tiempo y las toallas higiénicas sin IVA son una muestra de los triunfos por defender. Y también hubo derrotas sobre las que tendremos que volver a empezar de cero: el Congreso tumbó en la reforma política la paridad de género en las listas a cargos de elección popular. Mientras nuestras congresistas vuelven a posicionar el proyecto, una forma de hacer el cambio de facto es que más mujeres consideren presentarse a las elecciones regionales de 2019; hay que animarse. La participación de las mujeres en política, en el mundo, retrocedió este año. Es solo del 22 %. Entonces qué, ¿saltamos como Caterine?

CLAUDIA PALACIOS

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