Las cifras más recientes muestran claramente la tendencia: en 2019, 6.336 mujeres en Colombia decidieron ir al quirófano para extraerse los implantes mamarios. Un 17,58 % más que en el año anterior. En el mismo periodo, el aumento de cirugías para ponerse implantes de seno fue de 15,7 %, equivalente a 32.724 casos. A juzgar por estos datos y haciendo la salvedad de que recogen solo el universo de cirugías hechas por cirujanos/as plásticos que voluntariamente reportan sus procedimientos a la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica, ISAPS, si bien el número de mujeres que deciden aumentar el tamaño de su busto quintuplica al número de mujeres que deciden disminuirlo, porcentualmente crece más el grupo de las que se las quieren quitar, que el de las que se las quieren poner… por decirlo de una manera coloquial.
¿Cómo interpretar estos datos? La presidente de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, estética y reconstructiva, María Isabel Cadena, me explica que ha habido 3 olas de explantaciones mamarias. La primera en los 90, cuando en EE. UU. se dio la alerta por posibles afectaciones a la salud derivadas de los implantes de silicona. Explica que en dicha ola las mujeres tendían a cambiarse esos implantes por los de solución salina. La segunda ola fue hace unos 10 años cuando se conoció el defecto de las prótesis PIP, lo que llevó a que muchas mujeres decidieran retirarse los implantes, incluso sin pedir reemplazo por otros. Y la tercera ola se está viendo ahora, asociada al llamado Síndrome de Asia que, aunque no está comprobado que sea una consecuencia de los implantes, se cree que estos pueden ser uno de los detonantes cuando las pacientes tienen alguna predisposición genética.
No obstante, especialistas reportan que en un porcentaje de las pacientes los síntomas del síndrome reaparecen unos 6 meses después de quitarse los implantes mamarios y en un 20 % nunca desaparecen. En esta ola también es notable el número de mujeres que está tomando la decisión de no pedir nuevos implantes, pues o quieren sentirse naturales, o la madurez las llevó a darse cuenta de que su feminidad y su poder no radica en tener un cuerpo voluptuoso, o no quieren exponerse a posteriores riesgos de salud.
Algunos de estos argumentos los han esgrimido mujeres reconocidas públicamente que decidieron explantarse: La modelo Lina Tejeiro, la presentadora Claudia Bahamón, la influenciadora Mónica Fonseca, la actriz Xilena Aycardi, la actriz Angelly Moncayo, quien además cuando lo hizo compartió una impactante reflexión que recomiendo leer en sus redes sociales. Palabras más palabras menos: sociedad, acá de te devuelvo esto que le metí a mi cuerpo, y que tan caro me ha salido, porque me hiciste creer que este era el valor agregado que necesitaba para alcanzar mis sueños.
De este fenómeno me parece significativo que se de al mismo tiempo que se realza la importancia del empoderamiento femenino. Valga destacar que si la decisión es completamente libre, es tan empoderada la mujer que decide aumentarse el busto como la que decide disminuirlo e incluso quedar totalmente plana y con cicatrices. Por eso el punto clave es hacerse las preguntas para determinar qué tan autónoma es la decisión de ir al quirófano en cualquiera de los dos casos; así como asumir las consecuencias conociendo plenamente los riesgos que conlleva toda cirugía y todo implante.
También lo veo como otra manifestación, de las más valientes por cierto, en la que las mujeres nos liberamos de la presión de los parámetros de belleza estrechos, con los que nos enseñaron que debíamos lucir de manera que agradáramos a los demás, incluso a costa de nuestra comodidad, autoestima y seguridad. Entonces… mundo, querido mundo, ¿estás entendiendo? Óyelo bien, sin tetas también puede haber paraíso.
Claudia Isabel Palacios Giraldo