Ni muy muy, ni tan tan

La gente no quiere pruebas y explicaciones, sino que le digan lo que les suene afín a sus emociones.

Pretendía que esta columna fuera un resumen de lo cumplido y lo incumplido de las promesas de campaña de los 4 principales candidatos a la presidencia cuando ejercieron como gobernantes locales o regionales, pero luego de leer decenas de artículos cambié de idea. A fin de cuentas, estas no son las razones por las que la gente define su voto. No obstante, al final de esta columna les dejo los enlaces de 4 artículos que a mi juicio recogen bien el propósito inicial… por si acaso algún extraterrestre lo considera útil para definir por quién votar este domingo.

Más allá del cumplimiento o no de las promesas de campaña, lo que los balances de gobierno muestran es que la popularidad no está necesariamente ligada a que un gobernante haga lo que prometió como candidato. Rodolfo Hernández, por ejemplo, quien fue sancionado por la Procuraduría por participar en política –razón por la cual renunció tres meses antes de acabar su mandato– salió del cargo con un 84 % de popularidad, a pesar de no haber cumplido una de las promesas con las que más entusiasmó a sus electores: los famosos 20.000 hogares.

También muestran los balances que a la gente pareciera fastidiarle más el cargo de poder que la persona, independientemente de quién lo ocupe. ¡O cómo explicar la intención de voto actual que le dan las encuestas a Gustavo Petro en Bogotá, si al finalizar su mandato como alcalde en esta ciudad este tenía un 68 % de imagen desfavorable y el 73 % de la ciudadanía opinaba que las cosas de la capital iban por mal camino.

Los balances, además, evidencian que una alta popularidad no garantiza la continuidad del proyecto político, como es claro con Federico Gutiérrez, quien gozaba de 85,8 % de popularidad al término de su mandato, y aun así su sucesor –Daniel Quintero–, de otra corriente política, sacó la votación más alta en la historia de la ciudad.

Y sin duda muestran que la gente no quiere pruebas y explicaciones, sino que le digan lo que les suene afín a sus emociones, al mejor estilo de lo que un usuario convencional ve en Instagram o Facebook: algo que lo divierta, que lo enfurezca o que lo enternezca. Eso explica la descolgada de Sergio Fajardo, a pesar de que como gobernador y alcalde logró altos estándares en lo que los colombianos suelen incluir entre lo que más les importa: combatir la corrupción y mejorar la calidad educativa.

Con estas dispares realidades y como están las cosas –entiéndase polarizadas y con mucha gente pensando votar en primera vuelta con miedo, como si fuera ya la segunda–, pienso en lo útil que sería que el acto de votar fuera más que marcar una opción en el tarjetón. Sería un gran insumo saber si cada voto es realmente un voto a favor de un candidato o en contra de otro, e incluso si hay propuestas del candidato marcado que su elector no comparte. Así se reforzaría el mandato de gobernar realmente ‘para todos’, y sería, intuyo, una herramienta útil contra la polarización que le permitiría al gobernante decirles a sus electores directos que no puede cumplir sus promesas ni muy muy, y a sus no electores que tampoco pueden pedirle que acoja sus propuestas tan tan.

Los enlaces prometidos:

Rodolfo Hernández: https://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/balance-de-la-alcaldia-rodolfo-hernandez-en-bucaramanga-446850

Federico Gutiérrez: https://www.eltiempo.com/colombia/medellin/balance-de-la-alcaldia-de-medellin-de-federico-gutierrez-447268

Gustavo Petro: https://razonpublica.com/un-balance-de-la-bogota-humana/

Sergio Fajardo: https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/asi-goberno-fajardo-en-medellin-y-antioquia/

Claudia Isabel Palacios Giraldo

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