El año va terminando con noticias aterradoras que me llevan a insistir en uno de mis temas de interés: la urgencia de hablar de maternidad y paternidad a ‘calzón quitao’. Sé que la frase pareciera un chiste de doble sentido, pero no es así como quiero que se lea. A lo que insto es a despojar de mitos y romanticismos traer seres humanos al mundo. Paremos de repetir aquello de que ‘los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren’, pues esta enseñanza de clase de biología ha convertido en un mandato tácito o deber ser eso de multiplicarse, a pesar de que no todas las personas tenemos la capacidad de asumir lo que ello implica. ¿O qué ven en común en estos hechos que han sido noticia reciente?:
–En un jardín infantil a un niño lo habrían torturado suturándole el pene.
–Buscan al pastor cristiano que abusó sexualmente de su hija menor de edad.
–Asesinada mujer embarazada, aparentemente por el padre de la criatura, que no quería tenerlo/a.
–Número de adopciones anuales ha caído en más de mil por año, y más de 4.200 niños y niñas con alguna discapacidad o enfermedad esperan una familia adoptiva.
La lista es reflejo de una sociedad disfuncional y psicótica, en la que un porcentaje de los seres humanos son concebidos de manera inconsciente, con escaso o nulo aprecio por la vida y con absoluta ignorancia sobre lo que significa criar. No apelo a restringir los derechos sexuales y reproductivos, ¡NO! A lo que apunto es a que entendamos que el país en paz que todos queremos no se puede lograr si el acto sexual pasa de ser un acto de placer y/o de amor mutuo a un arma biológica. Por eso propongo, y muy especialmente lo hago a quienes se acaban de lanzar al Congreso y a la Presidencia, que piensen ‘fuera de la caja’ para diseñar políticas que nos lleven a que cada nacimiento sea realmente deseado/a. Ese es el primer paso para garantizar que cada nuevo ser humano tendrán quién vele por sus derechos. Hace poco propuse que toda joven que empiece su etapa reproductiva acceda a un método anticonceptivo de larga duración, para minimizar el riesgo de que quede en embarazo sin quererlo y/o antes de que esté en condiciones de criar. Propondría lo mismo para los niños si hubiera anticonceptivos efectivos para hombres. Desde luego que esto tendría que ser voluntario, pero ¿por qué no empezar con un piloto? O, ¿qué tal convocar a un grupo interdisciplinario para elaborar una encuesta pedagógica –con videojuegos y formatos que les lleguen a todo tipo de públicos– para que quienes la llenen sepan qué tan listos están para tener hijos y/o qué tan afines son a ser papás o mamás? ¿Qué tal convocar a libretistas e influenciadore/as para crear personajes y contenidos que acaben con los mitos que llevan tanto a mujeres como a hombres a tener hijos para sentirse más hembras o más machos? ¿Qué tal cuantificar el nivel de frustración con la maternidad/paternidad y visibilizar anónimamente los testimonios de madres y padres que se arrepienten de haber parido?
Ya sé que la tasa de natalidad ha ido cayendo en Colombia más que en otros países de la región -6,8 nacimientos menos por cada 1.000 mujeres, de 2015 a 2020, según el Dane–, y que hay quienes, como el magnate Elon Musk, advierten que la civilización colapsará si sigue bajando la natalidad. Pero es que para Musk, colapso es que no haya mano de obra suficiente que trabaje en Tesla u otra de sus empresas, mientras que para otros colapso es lo que ya vivimos: niñez abandonada y violentada; adultez frustrada y violenta…
Lo que pasó en Chile: Me late que en Colombia nos pasará lo mismo, pero al contrario. Es decir, lo mismo porque quien obtenga la ventaja en primera vuelta no ganará en la segunda; pero al contrario porque acá quien ganará en primera vuelta será la extrema izquierda.
Claudia Isabel Palacios Giraldo
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