Si no conociera unas cuantas historias, diría que tienen razón quienes piden limitar el número de semanas de gestación para abortar. La sola idea de una forma humana extirpada me resulta sobrecogedora; no obstante, me sobrecoge aún más la idea de una mujer cuya maternidad no sea un goce, sino una condena. Me sobrecoge tanto por ella como por la criatura mal-parida. No me refiero al significado vulgar de la palabra sin el guion, sino al hecho de traer vidas al mundo sin desearlas… eso está mal… el primer acto de respeto por cada vida debe ser desear su existencia; por ende, parir sin desearlo es mal-parir. Preciso que no deseado es diferente a no planeado. Un hijo no planeado es deseado desde el momento en que sus padres deciden libremente tenerlo y velar por este. El caso es que me sobrecoge imaginar a una mujer agobiada durante años por la responsabilidad de cuidar, enseñar, curar, reprender, alimentar y tantas cosas más, sin gusto y sin opción, a quien no deseó traer al mundo. Si resulta desafiante ser madre queriendo serlo, ¡cómo será sin quererlo! Me sobrecoge también la vida de su hijo, condenado a las falencias y carencias de tener unos padres biológicos incapaces de semejante acción que es criar; y además, me desesperanza la sociedad en que ese ser se desarrolle. Si se tratara de pintarla, mi dibujo sería el de un campo minado.
Hace unos días, alguien me confirmó una historia que había oído siendo niña. La de una mujer que yo conocía, que se pegaba con un ladrillo en la barriga cuando estaba en embarazo, entre otras cosas que hizo para tratar de abortar. No pudo. Su mal-parida hija, que por cierto odia a su madre, víctima también de una crianza en la que el deseo sexual de las mujeres es un asunto de moral y no de biología, hizo cosas similares cuando quedó en embarazo… trató de evitar mal-parir. Conozco más historias así y aún peores, y por eso creo que mientras el Estado no garantice a la población una completa educación sexual, acceso a anticonceptivos de calidad y aborto en condiciones de seguridad y a tiempo, no se debe limitar el número de semanas de gestación para abortar. Ninguna mujer espera por gusto a tener 5 u 8 meses de embarazo para abortar.
Si resulta desafiante ser madre queriendo serlo, ¡cómo será sin quererlo! Me sobrecoge también la vida de su hijo
PREGUNTAS
– Si penalizan a una mujer que decide abortar, debido a que el depositario de la esperma no va a responder por el futuro hijo, a ese hombre también habría que penalizarlo, ¿cierto?
– Si una mujer muere practicándose un aborto inseguro porque no le garantizaron el derecho al aborto, quienes no reconocen el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo –los autodenominados provida–, ¿en ese caso deberían ser llamados promuerte?
– Si una mujer decide no abortar porque un sacerdote le dice que es pecado, ocultándole así que la Iglesia dispensa el aborto en 10 causales, en algún pecado ha de haber incurrido ese cura, ¿verdad?
Profamilia, que dice que solo en 2019 practicó 22.146 abortos seguros, afirma que no hay evidencia científica que demuestre la relación entre el aborto y la afectación de la salud mental de la mujer. He ahí otra razón más para que los magistrados de la Corte Constitucional den a luz… la ponencia del magistrado Linares: despenalizar totalmente el aborto hasta la semana 12 y mantener la despenalización por las 3 causales conocidas durante toda la gestación.