Huérfanos de padres vivos

La sincera respuesta de Petro evidencia uno de los peores males: los hijos huérfanos de papás vivos.

No me parece que el Presidente haya tenido la intención de desligarse de su responsabilidad como padre en el comportamiento presuntamente delincuencial de Nicolás, su primogénito. Me parece evidente que Petro se limitó a responder, no sin gesto de cierta vergüenza, la pregunta con la que sus entrevistadores de la revista Cambio establecieron una hipotética relación de causalidad entre falta de crianza y presunto delito.

No pretendo exculpar al actual mandatario de responsabilidad, sino mover el foco a lo que me parece que sí no da lugar a interpretaciones. La sincera respuesta de Petro evidencia uno de los peores males del país: los hijos huérfanos de papás vivos; un fenómeno derivado de la falta de conciencia de muchos hombres sobre lo relevante que es que participen en la crianza de sus hijos, incluso si están separados de la madre de estos.

Algunas cifras del Dane nos muestran la magnitud de esta problemática. Específicamente en lo que tiene que ver con personas que tienen un empleo, solo el 24,5 % de los hombres combinan dicha actividad con la de los oficios del hogar, entre los que está el cuidado de los hijos; frente a un 73,8 % de las mujeres con un empleo. Es decir, ni la tercera parte de los hombres que trabajan fuera de casa se ocupan también de sus roles en la familia.

La medida afectaría En otra nota estadística, el Dane concluye que el 31,7 % de los hombres consideran que el trabajo más importante de una mujer es ser madre, lo cual por lo menos da lugar a preguntarse si por pensar así, ese mismo porcentaje de hombres, o entre ellos el de quienes son padres, se liberan parcial o totalmente de las responsabilidades de apoyo emocional que les corresponden como progenitores.

Adicionalmente, por cada 100 hombres dedicados a trabajos no remunerados hay 189 mujeres en las mismas. Entendiendo que los trabajos no remunerados son mayoritariamente los de cuidado de menores de edad, personas adultas mayores o discapacitadas, este dato evidencia que las mujeres tenemos una sobrecarga en el cuidado de la familia y que una gran cantidad de hombres están ausentes de la cotidianidad del hogar y por ende sin espacios ni momentos para infundir valores, corregir y educar. En contraste con todo lo anterior, el 43,6 % de los hombres expresan estar de acuerdo o muy de acuerdo con que la cabeza del hogar debe ser un hombre, pero –y he aquí otro contraste– en Colombia la jefatura de hogar a cargo de mujeres viene en aumento desde hace años (43,1 % en 2022). Pareciera entonces que aunque un importante número de hombres consideran que hay beneficios en que sean ellos quienes lideren el hogar, para otro gran número no es claro que ese liderazgo implica ejercer roles diferentes al de proveer, mandar o decir la última palabra.

De todos modos, y por si acaso al decir “yo no lo crié” sí tuvo el Presidente la intención de zafarse de la responsabilidad que pudiera tener si su hijo llega a ser hallado culpable, la psicología ha demostrado que los que podríamos llamar hijos huérfanos de padres vivos son más propensos a desarrollar problemas de conducta y que en el caso de los hijos varones la ausencia del padre puede derivar en la exageración de estereotipos de masculinidad que se asocian a comportamientos de riesgo.

Pasando esto al caso del Presidente y su hijo primogénito, si hubiera una relación entre la falta de crianza y la presunta corrupción, no sería necesariamente porque la madre no lo crió bien, sino posiblemente porque el padre no hizo el trabajo que debió haber hecho cuando el hoy diputado era un niño. La pregunta que me queda es si trató de compensar Gustavo Petro esas falencias cuando retomó la relación con su hijo, o si su ejercicio tardío de paternidad se limitó a acoger a Nicolás como una ficha más de sus propósitos políticos.

Claudia Isabel Palacios Giraldo

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