¿Nos asustaremos con el cuero?

Veo el riesgo de que la llegada de turistas no se traduzca en desarrollo para las comunidades.

Mompox… el hotel, de un británico y una bumanguesa; el restaurante, de un austríaco; el mejor servicio a la mesa, de una paisa. Ese podría ser un resumen del reciente viaje que hicimos a ese bello pueblo patrimonio abrazado por el río Magdalena. Pero no sería un resumen completo, ni justo, porque también tendría que incluir el tour en planchón por el río, con un atardecer de una belleza tan envolvente que por un momento logró silenciar en mi mente la música a todo volumen que impedía oír los sonidos de la naturaleza. Además, me faltaría mencionar la amabilidad del maestro de la filigrana que dedicó sin condiciones su tiempo a explicarnos esa centenaria tradición antes que a intentar vendernos sus obras. O cómo no hablar de las paletas de corozo y de limonada con las que calmamos el calor, aunque no fueran hechas en Mompox sino traídas de Cartagena. Aun con estos detalles el resumen seguiría estando incompleto. Desafortunadamente, también tendría que decir que no pudimos traer queso de capa, como queríamos, porque el chef de ese exquisito queso artesanal incumplió con el pedido; que muchos de los valiosos y significativos objetos del Museo de Arte Religioso y de la Casa de la Cultura están opacos y deteriorados por el polvo, y que la primera noche dos hombres nos siguieron y nos esperaron por un rato, al punto de hacernos sentir convencidos de que nos iban a robar.

Comparto esto porque casi al tiempo, el presidente Petro celebró el aumento de 23 % en la llegada de turistas extranjeros en 2023, un porcentaje que de repetirse en este y el próximo año, superaría la meta del Gobierno de cerrar el cuatrienio con 7 millones y medio de turistas internacionales y se acercaría al objetivo de lograr que el turismo represente el 4,5 % del PIB y que al menos en parte reemplace, como quiere el mandatario, las divisas que se dejarían de recibir por su decisión de no hacer más exploración de hidrocarburos.

Si es por las publicaciones internacionales sobre Colombia, seguro lograremos esas metas. El más fresco ejemplo es el de la revista Time Out, que seleccionó la recientemente creada Ruta por el Río Magdalena en las actividades para hacer en 2024. Muy buena noticia, pero, sin ánimo de amargar la fiesta sino de aprovechar el potencial que esto crea, me pregunto si el país tiene una oferta turística lo suficientemente consolidada para lograr que los diversos tipos de turistas quieran volver e inviten a otros a venir, y sobre todo si estamos realmente encaminados en hacer que el turismo logre eso que el actual gobierno dice que no se logró con la explotación de los recursos minero-energéticos. Me refiero al bienestar para las comunidades locales de los sitios turísticos. Por lo que vi en Mompox, que es de alguna manera lo mismo que he visto en otros destinos, como Honda y Salento, y en menor medida en Barichara, Caño Cristales y Leticia, el grueso de los ingresos por turismo no se queda principalmente en los locales sino en los foráneos que tienen la capacidad de invertir, ven la oportunidad de crear experiencias para turistas y entienden el tipo de servicio que hay que darles para que reciban el estándar de un destino de carácter internacional. Por eso veo el riesgo de que el éxito en llegada de turistas no se traduzca en el anhelado desarrollo para las comunidades bendecidas con valiosos entornos naturales, culturales, arquitectónicos e históricos. Desde mi óptica, hay que trabajar en que esas comunidades se ‘crean el cuento’, vean el real valor de lo que tienen y aprendan a ofrecerlo de manera que sea bien pagado por quien no es local. De lo contrario, les quedarán solo las boronas del pastel.

Dicho esto, no agregaré otra crítica a iniciativas como la de la Casa Colombia en Davos, aunque el costo sea exorbitante; pues creo que el desarrollo del turismo necesita de apuestas a lo grande; pero sí advertiré que no obstante los $ 427.000 millones que invirtió Fontur el año pasado en 202 proyectos de inversión en turismo, si no se trabaja en serio con las comunidades, es posible que matemos el tigre y nos asustemos con el cuero.

Claudia Isabel Palacios Giraldo

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