Cifras de miér…coles

Tratando de asimilarlas me pregunto qué estamos haciendo mal.

En días recientes he conocido cifras sobre inequidad de género que me han resultado abrumadoras. Tratando de asimilarlas me pregunto qué estamos haciendo mal o si ‘simplemente’ esas malas cifras son la evidencia de que lo que estamos tratando de eliminar –el machismo y la cultura patriarcal– es aún tan poderoso, que no podemos ir a mejor ritmo. Empiezo por las del reporte anual de ONU Mujeres, con su contundente título ‘El mundo les está fallando a las niñas y a las mujeres’. Les comparto algunos de los datos:

En promedio en el mundo, por cada dólar que gana un hombre por trabajar, la mujer gana 51 centavos. Y solo el 61,4 % de las mujeres en edad de laborar están trabajando, frente al 90 % de los hombres.

La inseguridad alimentaria provocada por el cambio climático, en su peor escenario, afectaría a 236 millones de niñas y mujeres, frente a 131 millones de niños y hombres. Los conflictos armados en 2022 afectaron a 614 millones de niñas y mujeres, 50 % más que en 2017.

En 2050 la ubicación de mujeres en posiciones de liderazgo, al ritmo que vamos, seguirá estando por debajo de lo que se considera paritario.

Y, ningún país está cerca de erradicar la violencia de pareja.

El informe tiene muchas más cifras, pero bastan estas para darse cuenta de la magnitud de la inequidad de género y de que todo lo avanzado hasta ahora, a pesar del esfuerzo requerido y las metas alcanzadas, se nota tan poco como echar granos de arena en el desierto. Para completar, ONU Mujeres concluye que la falencia en priorizar la equidad de género puede echar a perder el cumplimiento de todos los demás objetivos de desarrollo sostenible, pues la equidad de género es un dinamizador indispensable para acabar con la pobreza y el hambre, para garantizar educación de calidad, salud que asegure el bienestar, energías y aguas limpias, trabajo decente, comunidades y ciudades sostenibles, producción y consumos responsables, y paz y justicia. Es decir, la equidad de género es necesaria para alcanzar todos los otros 16 ODS –Objetivos de Desarrollo Sostenible–.

Ahora miremos una parte del panorama nacional, la de Bogotá. En la capital del país viven poco más de cuatro millones de mujeres, el 90 % de ellas hace algún tipo de trabajo relacionado con el cuidado de otras personas, trátese de menores de edad, personas con discapacidad o de adultos mayores. De dichas mujeres, 1’200.000 dedican en promedio 7 horas por día única y exclusivamente a cuidar y sin recibir remuneración a cambio, a pesar de que el 90 % de ellas son de bajos recursos. Esas mujeres, además de sufrir pobreza por falta de ingresos, padecen pobreza de tiempo, pues su trabajo como cuidadoras no les deja horas ni para hacer algo que les permita generar un ingreso, ni para estudiar, hacer actividades de ocio o incidir de alguna manera en la comunidad. En otras palabras, esa pobreza de tiempo agrava las vulnerabilidades inherentes a no tener autonomía económica y añade una más: las hace invisibles. Estos datos son parte de los argumentos con los cuales la Secretaría de la Mujer ha sustentado la creación de las Manzanas del Cuidado, que ya son 21 y de las que el POT proyecta 45. Sin duda, un gran avance para sacar a esas mujeres de esa condena a sacrificar su vida por otros, pero frustrantemente un paso pequeño ante la magnitud del reto.

¿Cómo cambiar estas cifras de miér…coles? ONU Mujeres dice que se necesita invertir 360 millones de dólares más por año para que en 2030 logremos la equidad de género. Como eso no va a pasar y resignarse al lento ritmo de los avances no es una opción, toca multiplicar la conciencia sobre la relevancia del tema, para que nuevas personas sumen su trabajo a este propósito. ¿Alguna idea de cómo ‘reclutar’ conciencias?

Claudia Isabel Palacios Giraldo

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