Lecturas que empoderan… y un anuncio

Recomendados para contribuir a que las oportunidades sean iguales para hombres y mujeres.

Comparto frases de algunos libros que leí en 2018, que recomiendo a todas aquellas –y aquellos– que quieran entender qué es esto del empoderamiento femenino y cómo contribuir a que las oportunidades sean iguales para hombres y mujeres, desde la niñez hasta la vejez.

Sheryl Sandberg, alta ejecutiva de Facebook, cita en su libro Vayamos adelante un informe de Hewlett-Packard que “reveló que las mujeres únicamente se presentan a puestos vacantes cuando creen que cumplen con el cien por cien de los requisitos necesarios; en cambio, los hombres se presentan si creen que cumplen con el sesenta por cien de los requisitos”. Por eso invita a las mujeres a dejar de pensar ‘no estoy preparada para hacer esto’ y a pasar a pensar: ‘Deseo hacer esto y voy a aprender haciéndolo’.

Michelle Obama, en su libro Mi historia, narra que siendo aún una niña, una pariente de similar edad le preguntó en tono de reclamo por qué hablaba “como una niña blanca”

De la activista Gloria Steinem destaca lo que dijo en una entrevista con Oprah Winfrey: “Ahora sabemos que las mujeres pueden hacer los mismo que los hombres, pero queda demostrar que los hombres pueden hacer lo mismo que las mujeres”. Sandberg agrega: “Estoy convencida de que sí pueden, y nosotras deberíamos ofrecerles más oportunidades de demostrarlo”. Una página atrás cita resultados de diferentes estudios que demuestran el beneficio de repartir las cargas domésticas: “El riesgo de divorcio se reduce en torno a la mitad cuando la esposa obtiene la mitad de los ingresos y el marido hace la mitad de las tareas del hogar”, “las parejas que comparten las responsabilidades domésticas tienen más relaciones sexuales”.

La ex primera dama de Estados Unidos Michelle Obama, en su libro Mi historia, narra que siendo aún una niña, una pariente de similar edad le preguntó en tono de reclamo por qué hablaba “como una niña blanca”. Se refería a que la pequeña Michelle pronunciaba correctamente las palabras, al contrario de como lo hacen característicamente muchas personas de raza negra. Por ejemplo, decir going en vez de goin’. Michelle Obama cuenta que así se lo exigían sus padres porque querían que ella y su hermano “no solo fueran inteligentes, sino dueños de nuestra inteligencia… que trascendiéramos”. Y sobre la incomodidad que le causó aquel reclamo dice: “Me enfrentaba al más universal de los desafíos, que consiste en conciliar quién eres con el lugar del que provienes y el lugar hacia el que quieres ir”.

Tatiana Andrade y María Camila Sanjinés, en La vida láctea, un libro en el que confiesan sus vicisitudes de recién paridas y con ello hacen una radiografía fiel y necesaria de los retos de la maternidad, dicen: “… puerperio (a propósito, qué palabra más fea. Desde que la escuché por primera vez… supe que su significado no podría ser otro que caos, dolor…). Así que aquí estoy, tratando de entender en qué clase de mujer me ha convertido ser madre”.

Recomiendo también un libro al cual regreso cada tanto y que revisitaré en el 2019, Las desobedientes mujeres de nuestra América, una compilación de perfiles de heroínas que desafiaron tiempos en los que las mujeres estaban destinadas a ser solo incubadoras.

Ellas abrieron las trochas que hoy son las carreteras por las que millones de mujeres hemos podido transitar hacia la equidad de género.

Y, claro, siempre, pero siempre, siempre, hay que empezar por Hombres necios, el poema de Sor Juana Inés de la Cruz. “¿Pues para qué os espantáis de la culpa que tenéis?, Queredlas cual las hacéis y hacedlas cual las buscáis”.

P. D. 1: me acaban de regalar Yo, Julia, de Santiago Posteguillo. ¿Otras sugerencias?

P. D. 2: el ejercicio de escribir esta columna, durante ya año y medio, me condujo a regresar a la universidad. Empezaré la maestría en Género de la U. de los Andes. Les iré contando…

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