De forma y de fondo

¿Qué tal si se reparte por igual ese trabajo doméstico no remunerado?

Depurando de enfrentamientos políticos el litigio por agregarle la palabra ‘todas’ al lema ‘Bogotá mejor para todos’, y aclarando que estoy de acuerdo con quienes argumentan que el lenguaje construye realidades y que es cuestión de tiempo que lo que hoy nos suena largo, incorrecto o feo se vuelva la norma, a pesar de la Real Academia Española, creo que este debate hay que aprovecharlo para pasar muy rápidamente de lo de forma a lo de fondo. Si no lo hacemos, habremos desaprovechado una gran oportunidad y confirmado lo que muchos pensamos: que la demanda fue una tontería.

Si es por lo de la forma y yo estuviera en los zapatos del alcalde Peñalosa, saldría ya con miles de voluntarios (y voluntarias) a agregarle la palabra ‘todas’ a cuanto aviso haya por ahí con el lema de la Administración. Lo haría antes de que la justicia decida la apelación a la acción de cumplimiento ya conocida. Y aunque fallara a favor del Distrito, dejaría el ‘todas’ en todas partes, y me ahorraría una pelea política más.

Al fin y al cabo, creo que en lo que se refiere a equidad de género, empezando por el número de funcionarias en altos cargos, la alcaldía de Peñalosa sale bien librada.
Pero lo de fondo es lo realmente importante. Hay ejemplos como el de Corea, en donde en los 70 el Gobierno decretó que cada familia podría tener hasta dos hijos. Dirán de primerazo que esto viola los derechos fundamentales, pero si miramos el impacto vemos que en realidad los protege. La medida permitió tal acceso de las mujeres a la educación y tal inserción en el mercado laboral que hoy en día la tasa de natalidad en Corea es 1,1 hijos por mujer, o sea, voluntariamente prefieren educarse y trabajar que ser madres.

“No todo puede hacerlo el Estado ni todo debe hacerse por obligación; hay mucho que difícilmente podría volverse decreto o ley, pero que se puede hacer en el hogar, con gran éxito.”

Y además de limitar la natalidad, en Corea, entre otras cosas, pueden ser censurados los contenidos de medios de comunicación que incumplan la regla para evitar discriminación de la mujer o violencia de género. No es que allá no hay desigualdad de género, pero sería peor la situación sin las políticas mencionadas.

En Suecia, el seguimiento a familias en las que el hombre pudo tomar una larga licencia al tener hijos arrojó que por cada mes de un papá en licencia de paternidad aumentó en 6,7 % la remuneración de su mujer al cabo de 4 años. Es decir, la repartición del cuidado de los hijos, como norma empresarial, facilita el regreso satisfactorio de la mujer a la vida laboral después de dar a luz y criar a sus bebés por unos años.

Esto en cuanto a políticas públicas, pero todo no puede hacerlo el Estado ni todo debe hacerse por obligación; hay mucho que difícilmente podría volverse decreto o ley, pero que se puede hacer en el hogar, con gran éxito. Así lo comprobó la docente de Economía de la U. de los Andes Ximena Peña, quien con Haceb donó lavadoras a mujeres de bajos recursos de Bogotá. Varias dijeron haber podido volver a estudiar gracias al tiempo libre que les devolvió la lavadora y, por ende, quedaron capacitadas para generar mejores ingresos.

En América Latina, las mujeres dedican entre 2 y 5 veces más tiempo a atender los hijos y limpiar la casa que los hombres, mientras estos leen, ven TV, juegan fútbol o duermen. ¿Qué tal si se reparte por igual ese trabajo doméstico no remunerado, que aunque a veces es tan desagradecido también da gratificaciones?

Así, hombres y mujeres compartirían el cansancio físico y mental de ayudar a hacer tareas, preparar comida y limpiar; y también ambos podrían compartir el tiempo que quede en el esparcimiento de la pareja. Eso es lo de fondo, y sí que sería el mejor regalo de Navidad, e inmejorable deseo de Año Nuevo para muchas y muchos. Felices fiestas.

CLAUDIA PALACIOS GIRALDO

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